Lo malo de la acreditación

Conversando con un profesor especialista en calidad universitaria sobre el proceso de acreditación en su facultad, me asaltó una duda sobre el proceso de acreditación en el Perú. Este profesor pertenece a una Facultad de Medicina que está acreditada (de ahí la imagen a la izquierda), las facultades de Medicina en el Perú son las únicas que cuentan con un organismo acreditador llamado CAFME (Comisión para la acreditación de Facultades de Medicina), ya había comentado algo sobre esta comisión al referirme al mal ejemplo de la filial de Medicina de la Universidad San Martín de Porres en Chiclayo, en un post sobre el Ing. Chang.

He tratado de copiar mi conversación con el profesor, para mantener el aire de familiaridad, abajo están mis comentarios.

¿Y cómo ha cambiado la facultad desde el proceso de acreditación?
Hemos hechos unos avances increíbles en nuestra facultad, ni en los 30 años de fundado habíamos hechos cambios tan radicales como ahora, nos ha costado trabajo y aún no estamos todo lo mejor que quisieramos, pero ya se notan las mejoras.

¿Y cómo saben ustedes que han mejorado, como evalúan eso?
Lo principal es la respuesta de nuestros alumnos, ellos son los que han notado los cambios. Ahora se empiezan las clases en el tiempo estipulado, los alumnos verifican el desarrollo de las asignaturas, y un indicador claro fue la presencia de nuestros docentes en clases mientras el resto de facultades estaba en la huelga convocada por la Federación de docentes. Eso nos trajo problemas con algunos colegas, pero fuimos a los auditorios de los hospitales y clínicas a dictar nuestras clases. Mientras el resto recién empezaba sus clases, nosotros ya habíamos culminado 2 ciclos académicos. Además hemos implementado nuevos laboratorios, mejorado la infraestructura y muchos otros cambios los cuales se pueden apreciar.

¿Usted cree que estos cambios se hubiesen podido realizar sin una acreditación obligatoria?
A decir verdad, no lo creo. Existieron muchas resistencias al principio para hacer los cambios, pero esta acreditación fue una presión externa que forzó a los altos directivos a hacerlos realidad.

¿Y esos cambios le han hecho bien a la universidad entera? ¿han empujado el coche de la mejora?
No, los cambios sólo se han hecho en nuestra facultad, se ha intentado hacer las evaluaciones pero no hay una motivación para empezar un proceso de esas características. A pesar de los cursos o conferencias que se realizan la gran mayoría de docentes aún no está conciente de que el proceso de autoevaluación es importante para mejorar a toda la Universidad, como ya lo saben muchos de los docentes de nuestra facultad, 70% de la población docente conoce de estos temas.

Pero ustedes son una isla, ¿la calidad institucional de la universidad donde queda? Si ustedes constituyen un ejemplo del buenas prácticas y de lo provechoso que resulta verse al espejo y evaluarse constantemente para mejorar sus procesos ¿porque no asumen ese camino el resto de facultades? ¿No es acaso contradictorio?
Muchos de los decanos y directivos simplemente no tienen las ganas de hacerlo, muchos de ellos están dedicados a otros asuntos más administrativos y/o políticos que en la búsquedad de la calidad. Este proceso de autoevaluación implica perder un poder que ellos manejan y que se sustenta en las debilidades institucionales, imagínate cambiar, hacer cosas nuevas, implementar mejoras, eso va en contra de sus ideas, el problema básicamente acá es actitudinal, una actitud aprendida y reforzada por sus estatus de poder y que perderían si es que las facultades funcionan como deben ser. Tal vez seamos una isla, eso es correcto, pero no nos alejamos, ahí estamos siempre y cuando quieran hacer un proyecto serio.

¿Puedo suponer entonces que se necesitaría de un proceso de autoevaluación obligatorio para que el resto de facultades se pongan las «pilas»?
No debería ser así, pero lamentablemente para algunos docente reacios al cambio, eso resulta la única vía.

Es algo que me desalentó al final de la conversación, y tanto porque se me vino a la mente la cantidad de insituciones que participaran en un proceso de autoevaluación sólamente para contar con la acreditación del CONEAU. También me imaginaba a los miles de escuelas que aún no saben que es el IPEBA y a los cientos de Institutos a la espera del CONEACES.
La calidad es algo más que un certificado, que un diploma o que una constancia. Es una práctica cultural que debe instaurarse en la mente de las personas, un hábito mental que debe guiar los actos de la comunidad educativa, creer en un acto utillitarista: «evaluarme para acreditarme y acreditarme para seguir funcionando», sería un simple maquillaje. El profe con quien conversé está de acuerdo en esto, para él, el problema es actitudinal y debemos hacer algo con las personas encargadas de las direcciones de estas instituciones, de ellos va a depender fomentar un cultura de calidad en nuestra educación sea el nivel que fuere.

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