El Presidente García anunció durante esta semana que declararía el lunes 13 de junio, un Perú libre de analfabetismo.
Es una gran noticia para nuestro país, significa en términos simples que un gran porcentaje de peruanos (más del 90%) han adquirido la habilidad básica de escribir y leer. Y esto es significativo en un país que ha logrado en los últimos años escasas puntuaciones en las clasificaciones mundiales en la comprensión de lectura.
Pero ¿se puede declarar tan fácilmente a un país libre de analfabetismo? ¿esta declaración se basa en hechos sólidos?
Gracias a Rosa María Torres, educadora reconocida internacionalmente encontré la declaración del Grupo Latinoamericano de Especialistas en Alfabetización y Cultura Escrita (GLACE). Que en su cuarto punto señalan lo siguiente (las negritas son mías):
(a) El énfasis predominante que viene dándose a la alfabetización, al punto de volver a reducirse ‘educación de adultos’ a ‘alfabetización’. Persisten, además, las dicotomías tradicionales entre ‘analfabetos’ y ‘alfabetizados’, y entre ‘analfabetos puros’ y ‘analfabetos funcionales’, largamente cuestionadas por abundante investigación así como por el propio desarrollo y complejidad de la cultura escrita en el mundo actual.
(b) Acciones de alfabetización que se instauran en un vacío, tanto a nivel nacional como regional, desconociendo la rica y larga historia de la alfabetización de adultos por la cual es conocida y destacada América Latina y el Caribe a nivel mundial.
(c) La persistencia de una concepción simplista y facilista de la alfabetización, vista como un proceso que puede realizarse en poco tiempo, en condiciones precarias, con educadores sin o con mínima capacitación, con métodos únicos, escasos materiales de lectura y escritura, débil aprovechamiento de las modernas tecnologías, y sin tomar en cuenta la diversidad lingüística y cultural de los educandos. Precisamente por ser las personas analfabetas o con baja escolaridad sectores pobres a quienes se les ha negado por años el derecho a la educación, merecen una oferta educativa contemporánea y de la mejor calidad.
(d) La ausencia de evaluación de los aprendizajes, dándose a menudo por alfabetizadas a las personas inscritas o a quienes se autodeclaran como tales, sin verificar lo que aprendieron realmente, y sin generar condiciones para que puedan utilizar lo aprendido y continuar aprendiendo. Este modo de proceder no sólo ignora la centralidad que debe atribuirse al aprendizaje en todo proceso educativo, sino además la propia experiencia de evaluaciones rigurosas de campañas y programas masivos de alfabetización llevados a cabo en esta misma región en el pasado y en la actualidad, con lo cual en lugar de avanzar, se retrocede en muchos casos.
(e) El uso político de cifras y tasas de alfabetización, incluyendo la declaración de ‘territorios libres de analfabetismo’ o ‘países alfabetizados’ sobre la base del puro conteo estadístico. En vez de enfrentar la problemática con la integralidad que ésta amerita, se crea la ilusión de haberla resuelto en tiempos récord. Esto contribuye, por otra parte, a un efecto contrario, que es la mayor marginación de las personas y grupos que son dados por alfabetizados, sin serlo.
(f) La continuada desvinculación del analfabetismo de sus condiciones estructurales de reproducción, principalmente la pobreza y la negación del derecho a una educación pública gratuita y de calidad para toda la población, sin las cuales es impensable resolver de manera sustentable la problemática del analfabetismo.
Me intriga conocer los resultados y la lluvia de análisis sobre los mismos, ojalá no refuercen las dudas señaladas arriba y que la web del Programa Nacional de Movilización por la Alfabetización funcione.
La caricatura es una broma en plena época de Franco, los humoristas son eternos.