La experiencia de acreditar carreras universitarias se inicia en los Estados Unidos, una de las primeras carreras en iniciar estos procesos son las de Medicina que en 1905 desarrolla sus propio sistema de clasificación basado en estándares; entre ellos, como la de exigir un mínimo de formación académica para el acceso a la carrera y que incluya estudios de física, química y biología, anatomía, fisiología, patología y farmacología, además de experiencia clínica con pacientes en los hospitales; convirtiéndose así en la primera experiencia de acreditación de carrera en el mundo, notablemente sus resultados fueron hechos públicos los que causaron gran impacto en los programas de entrenamiento médico que existían hasta ese momento.
Estas experiencias de acreditación estuvieron precedidas por evaluaciones institucionales que se realizaban desde finales del siglo XIX en este país. Tuvieron que pasar algunos años, casi un siglo para que la experiencia sea replicada en Europa. A partir de los 90 el tema de la evaluación y acreditación de la calidad universitaria adquiere una relevancia mundial debido a la conformación del Espacio Europeo de Educación Superior, de ahí en adelante se crean diferentes agencias en todo el continente europeo encargadas de acreditar la calidad universitaria en los diferentes países de esta región.
Paralelamente en América y en un contexto diferente (masificación de la educación universitaria, liberalización de la educación, baja calidad educativa evidenciada en las evaluaciones mundiales) se promueve una serie de iniciativas aisladas, lo que permitió la creación de agencias de acreditación en Latinoamérica y que luego se han coordinado mediante la Red Iberoamericana para la Acreditación de la Calidad de la Educación Superior (RIACES).
Existen diversos motivos para decidirse por la evaluación externa de la calidad. Lo importante es que estos procesos de evaluación provean información a la universidad y a la sociedad, que el proceso tenga un impacto real y no se convierta en un ritual corporativo que legitime acciones burocráticas universitarias.
Resulta interesante el conocimiento de las experiencias sobre acreditación desde sus inicios. A lo expresado, agregaré que en Europa la acreditación para promover la calidad de la Educación superior se inicia en la última década del siglo pasado después de la desaparición de la Unión Soviética; sin embargo no es hasta finales de aquélla década que se implementan sistemas de acreditación a cargo de organismos con reconocimiento oficial.
El impacto de la Declaración de Bolonia (1999) determina la aceptación, por parte de muchas universidades, de la acreditación como mecanismo válido para el mejoramiento y aseguramiento de la calidad de la educación superior; cinco años más tarde empieza la incorporación de la acreditación de la calidad educativa dentro de las políticas públicas de algunos países.