Desmitificando las pseudociencias en el ámbito educativo

¿Hay pseudociencias en educación? si es así, cómo podemos identificarlas. En este post explicaré algunos ejemplos de estas propuestas, cómo reconocerlas y qué consecuencias pueden tener para la enseñanza y el aprendizaje en los niños.

¿Qué es una pseudociencia?

La hablar de pseudociencia, nos referimos a un conjunto de afirmaciones, supuestos, enfoques, creencias o prácticas que, sin seguir un método científico reconocido y respaldado en evidencias, se presentan engañosamente como científicas o respaldadas por evidencia. Se trata de ideas o enfoques que promueven de manera incorrecta o engañosa (ver más).

El tema de las pseudociencias ha sido objeto de estudio en diversas áreas del conocimiento, pero una de las más destacadas es el campo de la salud. Durante la pandemia del Covid-19, se ha observado una proliferación de prácticas pseudocientíficas que han generado preocupación. Se han promovido medicamentos y bebidas «milagrosas» sin evidencia científica sólida, así como campañas antivacunas basadas en afirmaciones pseudocientíficas infundadas. Estas posturas han tenido un impacto negativo en la lucha contra la enfermedad y han subrayado la importancia de fomentar el pensamiento crítico y la divulgación científica rigurosa.

En educación, también tiene un atractivo al ser propuestas novedosas, con un efecto de rápida solución, que apelan al sentido común y que se aprovecha de las esperanzas y miedos de los educadores al querer promover aprendizajes en sus estudiantes. Son un problema en crecimiento y pueden tener un impacto negativo en la formación de los estudiantes.

Los estilos de aprendizaje

Hace un año Derek Muller autor del popular canal de divulgación científica Veritasium, publicó el video alertando sobre la famosa teoría de los «estilos de aprendizaje», una teoría conocida en el campo educativo que explica que cada persona tiene un estilo para aprender como el visual, auditivo y kinestésico, entre otros, y que se debe adaptar el contenido educativo para una mayor eficacia en el proceso de aprendizaje.

Otros ejemplos

Además del video anterior, existen otras teorías y propuestas que no cuentan con una evidencia empírica sólida al respecto. Algunos de estos incluyen:

  • Aprendizaje basado en la teoría de los hemisferios cerebrales: Una teoría escuchada en las aulas universitarias es que cada hemisferio cerebral es responsable de diferentes tipos de procesamiento de información, y que los estudiantes pueden aprender mejor si se les presenta información de acuerdo con el hemisferio cerebral dominante. Aún recuerdo esa parte que indicaba dominancia o la división entre un hemisferio racional y otro más creativo. Sin embargo, no hay evidencia empírica que respalde esta teoría, y los estudios han demostrado que el aprendizaje no se ve afectado por la presentación de información de acuerdo con un hemisferio cerebral específico.
  • Neuroeducación: La neuroeducación es un campo que pretende utilizar la investigación en neurociencia para mejorar el aprendizaje en el aula. Sin embargo, existe una gran cantidad de neuromitos que están popularizados en la comunidad educativa, hemos escuchado como un mantra que solo «utilizamos el 10% de nuestro cerebro», pero gran parte de la investigación en neurociencia se encuentra en desarrollo, y establecer relaciones entre la actividad cerebral y el aprendizaje son complejas y difíciles de abordar.
  • Programas de entrenamiento cerebral: Los programas de entrenamiento cerebral se basan en la idea de que se puede mejorar la cognición a través de ejercicios específicos para estimular partes específicas del cerebro. Sin embargo, gran parte de la investigación en esta área es controvertida y no está respaldada por evidencia empírica sólida.
  • Terapias alternativas: Algunas terapias alternativas, como la aromaterapia o la reflexología, u otras se han utilizado en la educación para ayudar a los estudiantes a relajarse y concentrarse. Sin embargo, no hay evidencia empírica que respalde la efectividad de estas terapias en la educación, y algunos de estos tratamientos pueden incluso ser perjudiciales para la salud de los estudiantes.

¿Cómo identificarlas?

Algunos criterios que nos ayudarán a identificar estas teorías son las siguientes:

– Suelen usar un lenguaje ambiguo o impreciso, que dificulta su comprobación o refutación.

– Hacen afirmaciones generales o universales, que no tienen en cuenta la diversidad o la contextualización de los casos.

– Se apoyan en testimonios personales o anécdotas, que no tienen valor estadístico ni representatividad.

– Suelen ignorar o rechazar las evidencias contrarias, o las interpretan de forma sesgada o selectiva.

Es importante tener cuidado al revisar propuestas educativas sin evidencias científicas, debemos informarnos sobre la vigencia de las propuestas y no dejarnos llevar por discursos que dan soluciones milagrosas a temas educativos.

Más información:
Pseudociencia en tiempos de pandemia: los peligros de las soluciones mágicas – La Tercera.
Expertos derriban mito sobre los hemisferios del cerebro: no existe un lado racional o emocional (biobiochile.cl)
Neuromitos en la educación: prevalencia entre profesores de español y una exploración de la variación intercultural

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