Mi papá hablaba aymara, mis tíos y mis primos lo hablan, alguna vez cuando me quedé como 20 días pude entender algunas palabras, pero nunca creí ni escuche que encontraba fuera de un país o que se gestaba una nueva nación.
Cuando Walter Aduviri se presenta ante Lúcar y le dice que se siente más aymara que peruano, empiezo a desconcertarme, a preguntarme otra vez ¿porque los periodistas les dicen a los ciudadanos puneños, aymaras o quechuas? ¿desde cuando un sector de la población se siente diferente al resto de nosotros?
NO tengo más información que la propia experiencia marcada por los viajes a Puno, precisamente al campo de Huancané donde mi padre se crió, sin embargo el sentido común me hace creer que existe una fuerte tinte político, no en las causas de las últimas movilizaciones, sino en el uso linguístico de las palabras nación, aymara, quechua.
Puede que esta vez las aguas se calmen en la zona puneña, pero ha quedado como una semilla conceptual que vuelve a repetirse en constantes estribillos y que ahora son recogidas peligrosamente por los medios de comunicación de la capital, el sentir de un sector de peruanos que creen que una nación nace de la declamación.
O tal vez están dándonos un buen ejemplo de performatividad.
Efectivamente, el uso de «aymara» se hace con fines políticos, para denominar a un grupo con (supuestamente) intereses comunes.
La identificación se usa como movilizador y la segregación (contra los «no aymaras») se usa para detectar al sujeto opresor.
Lo preocupante es que los medios le den cabida a este tipo de «dirigentes»
Es duro entender cuando empezamos a nominarnos como si fuéramos de otro país.
El otro día hablaba con un promotor de arte, que es nacido en Cusco, me hablaba de un artista peruano, pero de apellido extranjero y de que su «arte» no aportaba nada. Luego me habló del RACISMO en nuestro país y de cómo se segregaba a los artistas de provincias…
No tenía como decirle que sus palabras también denotaban racismo y exclusión.
Creo que el poeta Vallejo, está más vigente que nunca por su poesía y por la frase que patentó: «Hay hermanos mucho por hacer». Parece una utopia unificar a las 24 diferentes zonas y culturas que suman un país diverso y divorciado.