La muerte es inevitable pero igual sorprende y duele. Me acabo de enterar del fallecimiento de Fernando Barrios, un liberal, un señor idealista a quien conocí siempre de buen humor y principista, por eso siempre creí que sería un pésimo político peruano, acostumbrados al cinismo, pragmatismo y a la incoherencia, Fernando estaba descolocado. El tío cuando nos hablaba, nos llenaba de candor y romanticismo, dios que ingenuo pensaba pero a la vez que sincero que se le escuchaba, de su boca salía una esperanza contagiante.
En los últimos años de la universidad y cuando eramos una masa inconforme de libertarios en San Marcos, se nos acercó y nos empujó a hacer política, a hacer activismo, a dejar la sobremesa, el café y decir las cosas de frente, nos animó a ser jóvenes políticos. Personalmente desconfié como debe ser, pero en el tiempo las resistencias dieron paso a la confianza al conocer a la persona, al padre, al consejero.
Alguna vez nos confió que guardaba como una reliquia, una carta de Vargas Llosa dirigida personalmente a él cuando lo apoyó en la campaña de los 90, los ojos le brillaban de orgullo por esa etapa en la que el Perú se jugaba su futuro y él apostaba por una idea concreta y libre.
Su repentina muerte sorprende y me toma alejado del activismo liberal que me tomó un par de años mantener, pero el liberalismo ahí está esperando sus espacios y buscando lugar en los diferentes grupos partidarios, parece mentira pero ahora hay algunas verdades irrefutables con respecto a la democracia liberal que estamos construyendo de a poquitos, aún hay miopias eso si, que otorgan más énfasis en lo económico que a lo político, con el tiempo espero que esto cambie y maduremos hacia una sociedad más amplia y libre, que gran ingenuidad que puede dar paso al inconformismo, pero así cambian las cosas, de a poquitos.
Gracias Fer!